Haciendo sonar tambores, cacerolas y sus voces cargadas de bronca contra políticas del Poder Ejecutivo (PE) y la Policía de Tucumán, más de un centenar de personas caminó ayer a la noche bajo la tormenta, desde la plaza Independencia hasta la avenida Mate de Luna al 4.100, a metros de la casa donde vive con su familia el gobernador, José Alperovich. Los manifestantes marcharon al son de bocinazos de automovilistas y motociclistas que les daban el paso, y apoyados por vecinos que salían a la vereda para aplaudirlos. Pero tras la caminata de más de cuatro kilómetros no pudieron cumplir su objetivo, que según los voceros era llegar a la residencia gubernamental.
En la esquina de la avenida Mate de Luna con calle Huemul, se toparon con unos 40 efectivos de Infantería, que con escudos (algunos tenían armas para lanzar postas de goma y gases) cortaron el paso. Las calles de los alrededores (Crisóstomo Álvarez, Alfredo Guzmán, José C. Paz, entre otras) tenían apostados más uniformados.
Hasta la madrugada de hoy, sin embargo, el grupo permaneció en ese lugar, cantando consignas en contra del mandatario, y criticando duramente a la fuerza de seguridad tucumana por la medida que adoptó en su protesta salarial, en medio de la ola de saqueos que azotó a la provincia esta semana.
A las 20.30, un centenar de personas se reunió en plaza Independencia. La convocatoria por las redes sociales no había tenido el efecto del miércoles, cuando unas 15.000 personas se congregaron en el principal paseo tucumano para exclamar su indignación.
A las 21, los manifestantes, mediante un megáfono, se turnaron para hacer propuestas: la primera, postergar la marcha hasta la casa del gobernador hasta el sábado; la segunda, que se realizara el próximo 20 de diciembre; y la tercera, recorrer las más de 40 cuadras en colectivos de la línea 102. Ya habían comenzado a caer las primeras gotas, cuando la improvisada asamblea escuchó otra opción. “¡Lo que tenemos que hacer es empezar a caminar en este preciso momento!”, exclamó Néstor Nieva. Y arengó: “no importa que lleguemos a la madrugada”. Según le reveló luego a LA GACETA, miles de tucumanos lo suelen ver maquillado y en silencio en el microcentro, actuando de “estatua viviente”. “Este no es momento de quedarse callado”, le comentó a este diario.
El grupo (la mayoría jóvenes) avanzó a pie por calle 24 de Septiembre, hacia el oeste. Otros optaron por trasladarse en vehículos.
Hasta que llegó a calle Bernabé Aráoz, donde el camino se bifurca, la columna avanzó en contramano. Recibieron el apoyo, en forma de aplausos y bocinazos, de los automovilistas y transeúntes.
A las 21.40, al cruzar Ejército del Norte, una mujer se bajó de un automóvil y advirtió: “cuidado, allá hay policías, y dicen que también hay punteros escondidos con palos”. La primera versión era cierta; la segunda, no pudo ser confirmada. Pasadas las 22, el centenar de ciudadanos llegó a la esquina de la avenida y Huemul. Algunos estaban muy nerviosos y enojados, e insultaban a pocos centímetros a los policías. “Lograron su aumento con sangre, lo menos que pueden es dejarnos pasar”, gritó un joven. Un hombre empapado, de canas, lo tranquilizó. “No somos violentos, no actuemos así, sigamos pacíficamente”, le indicó.
Se vivió un momento de tensión cuando un patrullero que avanzaba por Mate de Luna hacia el este giró para ingresar por calle Huemul. Algunos de los manifestantes cortaron el paso del móvil 149 del 911, que debió retroceder. Entonces, chocó una camioneta que conducía Javier Domínguez. El acompañante de la patrulla realizó dos tiros al aire. Hubo más insultos y algunos forcejeos, y el vehículo policial se marchó. A unos 50 metros de allí, mientras Domínguez filmaba con su celular, el oficial que iba del lado del chofer efectuó dos disparos más hacia la multitud. Una posta de goma rozó a Domínguez, pero no lo lastimó, según dijo.
LA GACETA sorteó la barricada policial. En el trayecto había más uniformados y camionetas de la fuerza. A unos 20 metros de la casa del gobernador, un hombre sin identificación se acercó para pedir al cronista y la fotógrafa que se alejaran. “Entiendan la situación”, dijo. Y volvió a la residencia.
El comisario mayor Carlos Paz estimó que los manifestantes eran unos 200, aunque el número en algunos momentos parecía bastante mayor. “La mayoría son, aparentemente, estudiantes (...) Vinieron con destino a barrio Alperovich; la cuestión es que, posiblemente, un grupo similar a este, anoche (por el martes) irrumpió también en calle San Lorenzo tercera cuadra en un negocio particular”, aseguró el jefe de la División Operaciones Policiales. Cuando se le preguntó por qué relacionaba a estas personas con aquel incidente en la concesionaria de Alperovich, dijo: “no las vinculo, podrían ser gente de similares ideas”. Se le inquirió cuáles eran esas “ideas”. “Ellos, más que nada, apuntan a la inseguridad. Acá estamos haciendo un trabajo preventivo, para evitar cualquier situación con los vecinos, porque vienen en gran cantidad”, señaló. Luego negó que el operativo cerrojo tuviera por fin proteger la vivienda del mandatario. “Teníamos información de que esta gente venía a esta zona, es cierto que está en este circuito la vivienda del gobernador, pero no sólo él, sino también muchos vecinos que deben estar molestos por esta manifestación”, recalcó.
En la esquina donde Infantería frenó la marcha, la tensión continuó hasta poco antes de la 1 de hoy. “¡Yo soy docente, educo a sus hijos, y ustedes me abandonaron a los saqueadores! ¡Ahora defienden a Alperovich! ¡Nunca más vamos a confiar en ustedes!”, les gritó una mujer a los policías. Luego, regresó con el grupo y continuó cantando.